y me encontré con una sociedad construida en base a apariencias y a la preeminencia de los bienes materiales sobre los espirituales, o lo que es lo mismo: un mundo superior ...
Dispuesto a proseguir la caminata por sobre lo que se consideraba pais/nación/lugar/esto , me di de pechos con el marqués de Mascarilla y el vizconde de Jodelet, ambos del bracete y repartiendo tropelías, prebendas, corrupciones y bonificaciones ajenas.
Asimismo aparecieron en lontananza pandillas diversas con hachones, como si de la Santa Hermandad se tratase o la Santa Compaña, lo que me hizo recordar antiguos juicios tipo Savonarola, Giordano Bruno, Galileo o brujas diversas de Zugarramurdi. Mas no, los hachones no eran tal sino fotos del Rey de la Transición, en plan Farenheit nosequénúmero; y todo por requerir una nonada: Res publica, en plan romano y apellidada 'tercera' en ambas Hispanias e incluso en las islas Afortunadas.
Tras estas minifallas llegaron cabalgando en plan fiero los jinetes y predicadores del catastrofismo, cuyos habían denostado de un régimen, el monárquico, propiciado por un dictador. Clerigarcas y patricios Lacoste/Hermés, cual hábito, poniendo una vela a dios (al suyo, el de conveniencia) y otra al diablo, mientras el populacho bastillero se liaba a mamporros contra la municipalidad, allá en Gadir, por una perrera que gaseaba chuchos... cuando a la mar salen sus pescadores sin saber nadar (Alberti, ¡vuelve!).
Por tal acumulo de fechorías, algún lúcido de la corte habló de justificaciones, trampas (puede que saduceas), palabras, mala conciencia, dobles vínculos y otras herejías, concitando, claro está, las iras de la crème ...
En este sudoku ideal (de idea) me hallaba cuando sobrevoláronme un cúmulo de guiones, estandartes, lábaros, banderolas, rojas, cuatribarradas, gualdas, vinos de Jerez y de Rioja, barretinas, boinas, txapelas, chirimías, atambores y banderías. Como deshojando la margarita del primer calentón, digo amor. La pongo, no la pongo, rojo o morado, en la ONU o en el Aneto ...
Así, pensé en un rapto, no vamos a ninguna parte. Setenta años después de la avería causada por la cohorte de espadones salvapatrias, aún seguimos con maquis, Paracuellos, Ebros, dictadura, cuarentañismo, fosas comunes, brazos en alto, caralsoles, himnoderiego y similares.
Mientras tanto el paisanaje está en un tris de coger la maleta (tipo Samsonite esta vez, que no de cartón con cuerda) a ver si encuentra curro fijo en Polonia, donde están muy brutos con lo de la UE; quizás en la Alemania de Merkel o de apagafuegos en Grecia (no se sabe si exigirán griego para lo de las quemas del Olimpo y aledaños). Hipotecas, play-stations de los ninios, colegios concertados, babys, libros, bragas de la parienta, coche mejor que el del vecino, gasofa e incluso comida maltratan a modo sus eximios estipendios y, por si fuera poco, hay que ocuparse de los niños y enseñarles no sequecosadeciudadanía, eso sin saber ni leer, ni escribir ni las cuatro reglas (los ninios, no los padres).
Todo este panorama, y aún más que dejaremos para otro día, viene a conformar una obrita de teatro que intitularemos 'Los ridículos preciosos', parodiando al señor Poquelin. También, si así lo desean, podemos retitular el evento tal que 'España se rompe María, ¡aguja e hilo coño!.
En cualquier caso no me negarán que es divertido... ¡por la leche Nicolás! (que diría mi padre).
lunes, 8 de octubre de 2007
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