martes, 6 de noviembre de 2007

Clio de cinco a siete


Es posible que el título les recuerde vagamente una película, francesa ella, dirigida por Agnes Varda, con Corinne Marchand y Jose Luis de Vilallonga, entre otros. ¿Año?: 1961 ... ya se, ninguno habíamos nacido of course.

¿Y si les digo que la ilustración que aparece a su izquierda (con perdón) es un detalle de un cuadro de Johannes Vermeer? ¿No se acuerdan de las Musas? ... Vale me rindo. Es la representación de Clio , musa de la Historia y de la poesía heroica, hija de Zeus y de Mnemósine... de nada. El título del post es un juego relacionado con 'Cleo de 5 a 7', título de la película a la que se alude en el primer párrafo.

De la mano de Clío vamos a desempolvar algunas historias de la Historia que, tradicionalmente, han sido contadas por los vencedores y ornadas con grandes fastos. Puede recordarse, entre otros hitos, la batalla de Kadesh (+ - 1295 aC) entre el Egipto de Ramsés II y el Imperio Hitita de Muwattali, que realmente quedó en tablas pero que Ramsés II aprovechó para darse importancia a base de colosales estatuas, loas y cánticos de escribas y sacerdotes e impresionantes murales en los que aparece como el mejor de los guerreros.

Podríamos desmontar o casi una por una grandes batallas, aguerridos hechos, confrontaciones de más de un siglo, guerras de religión, defenestraciones, descubrimientos, Prestesjuanes, ciudades de Cíbola, Eldorados y la eterna canción de buenos contra malos y viceversa. Porque el rigor histórico ha brillado por su ausencia y los olvidos 'voluntarios' han servido para tejer una cortina de niebla sobre la verdad de los hechos y, sobre todo, de los actores.

No es el momento adecuado para hablar de la Memoria Histórica convertida en ley, porque lo importante es despejar las telarañas de la memoria y no jugar al maniqueismo de guardarropía o a las falsas utopías sustentadas en linajes puros, errehaches positivos o viejas y trasnochadas recetas de independencias y selecciones nacionales de.

En este país que nos cobija hemos corrido siempre tupidos velos sobre aquello que no nos ha convenido; mejor dicho: han prostituido lo inconveniente aquellos que en su dia se proclamaron vencedores de tal o cual momento histórico.

Asimismo, el significado cabal de algunos momentos de nuestra Historia han pasado a segundo plano y se han entreverado de oropeles lingüísticos cuando no de vacuidades seudopoéticas. Me viene a la memoria (1 GB) y a botepronto la 'guerra de las naranjas' que en 1801 perpetró un botarate de buen ver (al parecer) llamado Manuel Godoy. Precisamente tras el evento y el Tratado de Badajoz, pasó a manos españolas una plaza llamada Olivenza (Badajoz), que desde entonces vienen reclamando los vecinos del otro lado, algo parecido, es un decir, a lo que los 'salam aleikum' pretenden con Ceuta y Melilla, como decíamos ayer. Por cierto: siempre me he preguntado si la trapacería de Olivenza será una venganza por Aljubarrota ...

Nota bene: el nombre de guerra de las naranjas se debe a un ramo de dicho fruto que el tal Godoy envió a la reina Maria Luisa, de la que al parecer era rendido amante.

Mañana seguiremos sobrevolando nuestra Historia, o lo que sea ...


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